El silbato. El sonido agrio y lascivo, que despierta la ira o las pasiones. Lo aguardo ansioso, mientras me aislo de todos y me concentro en la responsabilidad que pesa sobre mi espalda, la chance divina, la oportunidad histórica.
La tribuna hace añicos al silencio, retumban los tambores, los gritos inconscientes de la pasión, los improperios propios alentando, los insultos bárbaros resgarrando la fe enemiga, el cántico desentonado pero férreo y masivo de mil gargantas.
Y yo delante del arquero, a solo once pasos de su meta, jugando a ser Dios en una tarde decisiva, confundiendo con la mirada, con el porte sereno de un cazador, la manos en asa sobre la cintura y el temple guerrero oculto detrás de la imagen calma, aguardando la orden, el pitido del hombre de negro, el verdugo de turno, la ley siempre injusta en cuya balanza descansa incómoda la verdad de un campeonato.
Se que me miran, mis compañeros rezando por un gol que nos lleve a la gloria, los rivales pergeñando maleficios indecibles y en las hinchadas, mientras las banderas se agitan, corean mi nombre, unos con amor, otros con odio y a la vez temor. Reconozco el miedo en esas voces, lo veo presente en el rostro del portero, angustiado de no poder predecir el lado, de no saber dónde arrojar su suerte.
La brisa me trae aire fresco, me deleita el alma, me reafirma la confianza; lleva consigo cientos de papelitos y me imagino muchos más en el festejo, en la celebración, en la vuelta olímpica. Ya veo los diarios, los enormes titulares... solo espero el silbato, el sonido divino, la orden crucial, el momento de...
¡¡¡Prrrrrr Prrrrrrrrr!!!
- ¡Amarilla señor, por demorar! ¡Y no proteste! Patee de una buena vez o le saco otra tarjeta y se va de la cancha.
Y me sacó, me desconcentró, y claro, con tanto ruido no escuché la primera vez que dio la orden. Cómo corno lo iba a escuchar con tremendo batifondo. Corrí resignado a la pelota y la mandé a la tribuna. Me putearon como loco, terminó el partido, empatamos, quedamos segundo a dos puntos y me cancelaron el contrato. Qué hinchada boluda, mirá que hacer tremendo batifondo justo...
Carlitos
-
Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 3 semanas
10 comentarios:
Me gusta la descripción del entorno antes de pitar el penal. Debe ser horrible ese momento para cualquier jugador. Si lo hace, se consagra; si lo yerra, lo condenan.
Un abrazo.
genial genial!!
otra vez a las andanzas.. como siempre un placer leerte!
beso!
GENIAL GENIAL GENIAL GENIAL!!!!!
Yo siempre le digo a mi enemigo íntimo que no me gustaría estar en los botines de los que patean los penales....
LO DESCRIBISTE MARAVILLOSO !!!!
Sobre todo, siempre pienso en las finales de las copas, y en el que le toca patear el último penal...
EN ESTA, TE SUPERASTE...
BESOS bajo presión.
es que la hinchada realmente es oluda eh? como no van a entender al pobre tirador que se le viene encima el mundo cuando suena el pito!!!
ayyyy don neto, menos mal que esta usted para hacerle el aguante con sus relatos!!!
abrazos!
Don Alejandro, un amigo mío dice que un jugador de fútbol, que solo se dedica a eso, que le pagan para eso, NO puede errar un penal (es decir, tirarla fuera de los tres palos). No coincido, pero algo de argumentación tienen.
Gracias Meli, lo mismo digo!
Gracias doña Sil, pasa que si tengo que escribir de fútbol, me sale del corazón y es más fácil. Me ahorro pensarlo.
Y si Diego, viste como son las hinchadas. Yo se que a vos el fútbol te gusta solo por los choripanes que venden en las canchas. Jaja.
Me encantó el tipito sumido en cavilaciones mientras espera la orden. Un colgado.
Para no alargar el comentario no voy a detallar las veces en que me he colgado de esa manera (y obviamente perdido campeonatos sin pelota)
Abrazos
Quien era Palermo? Paleeeeermoo....
me encanto! Justo lo que prometiste, en el texto anterior me dijiste que escribias tambien cuentos "depotvos" Muy bueno, neto, cuantas facetas!
Don Oso, no me deje picando lo de colgado, por favor.
Mr. Paul, no le contesto. Nómbreme uno bueno de su equipo.
Carla, prometido es deuda! Pero nada que ver con el relato de Margarita, esto es otra cosa. Me alegro que te haya gustado.
Oso, y demás miembros que integran el blog, es buenísima la calidad del material de su blog, seguramente lo saben, pero siempre es bueno ser reconocido, la creatividad y valor literario es de lo mejor, es un placer leerlos.Un afectuoso abrazo para todos!
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