Ismael era de los que estaban de acuerdo con el dicho que dice que cuando uno se quema con leche, ve una vaca y llora. Una persona que más que odiar, temía tropezar dos veces con la misma piedra. Razón suficiente para evitar todo aquello que alguna vez lo hubiese lastimado.
La soledad de Ismael, en parte, se le podía atribuir a ello. No era una persona tímida, que se escapara de la gente, al contrario. Sin embargo, a la hora de buscar el amor de su vida, en esta etapa de su vida, caminaba con paso cauteloso.
Es que Ismael, en su juventud, había sido un enamoradizo, de esos que se veían atrapado con la primera mujer que se les cruzaba. Y por todas, había sentido algo. Claro que no había durado con ninguna, siempre por un motivo diferente.
Cada ruptura (y fueron muchas) fue significando para Ismael, una anotación en su libreta de apuntes. En la misma apuntaba el nombre de la chica con la que había terminado y a partir de ese dato, a la hora de conocer a una nueva mujer que le gustara, la descartaba en forma automática si se llamaba igual que alguna de sus anteriores novias.
El método, quiéralo o no, le servía. Al menos, no se permitía de esta forma recordar a sus antiguos amores, por los cuales, sin dudas, algo sentía en un rinconcito de su corazón.
Claro que no era lo único que anotaba. También escribía de qué ciudad y provincia era. Aunque eso comenzó a hacerlo cuando notó que las santafesinas y cordobesas le traían más de un dolor de cabeza.
Un diálogo común en un boliche, para Ismael, podía ser así: Hola, cómo te llamás (mirada de reojo a la libreta), qué lindo nombre y ¿de dónde sos, se puede saber? (segunda mirada a las pequeñas páginas garabateadas con lapicera). Si los condicionantes eran superados, había charla, intercambio de sonrisas, tragos y si todo marchaba viento en popa, comenzaban a salir juntos.
Siendo Ismael tan meticuloso, las mujeres no le toleraban muchas cosas y sus particularidades, tan encantadoras al comienzo, terminaban convirtiéndose en un fastidio.
Ismael, que ya tenía tachada toda posibilidad de iniciar una relación con Marías, Susanas, Florencias, Mónicas, Andreas, entre algunos de los cientos de nombres anotados, detectó que
también ciertas similitudes llevaban al caos: las Silvanas eran tan histéricas como las Silvinas, por lo tanto, anotó los dos nombres y ante la duda, a las Silvias también.
Luego de un muy feo fin de semana con una Lorena, a la que le decían Lo, se dijo no querer saber nada con nombres femeninos que contengan la O. En términos geográficos, para esa altura, ya tenía en la lista de los NO, a quince provincias y de las restantes, por repetición de vocales o alusiones hechas por algunas de las damiselas de frustrado paso por su vida, a muchas las veía con recelo.
Su libreta se fue llenando estrepitosamente de anotaciones. Los nombres eran de los más variados, incluso había muchos extranjeros y otros de procedencia aborigen. Sucedía que Ismael vivía enamorándose, pero sus relaciones no pasaban de uno o dos días, e incluso estuvo el caso de Anahí, que duró cinco horas. Por supuesto, anotó el nombre.
Pero el día de su cumpleaños cuarenta, la vida lo encontró solo y triste. Sin otra compañía que la de sus padres y tíos, se refugió en su cuarto. Sacó la libreta y reflexionó sobre sus anotaciones. Cuando parecía que la tristeza lo iba a consumir, se dio cuenta de una revelación: la libreta no era solo una libreta, era el camino hacia su amor ideal, su media naranja, su alma gemela. Todas esas anotaciones, durante tantos años, eran la forma en la que el destino en conjunción con la vida iban descartando las opciones equívocas para alcanzar lo que todo hombre ha soñado alguna vez: el verdadero amor.
Ismael se encerró en su habitación tres días, pasando en limpio su libreta de apuntes, entusiasmado como si tuviera quince años. Su descubrimiento le había iluminado el corazón. Valiéndose de otros papeles, revisó nombre por nombre, ciudad por ciudad, provincia por provincia. El nombre que faltase, sería el de su amada. La ciudad y la provincia que no estuviesen, sería el lugar donde la encontraría. Descartó las ciudades con las vocales que le remitían a grandes amores que aún le estremecían el corazón, lo mismo hizo con las provincias.
Al tercer día, la puerta de su cuarto se abrió e Ismael salió sonriendo, con la respuesta a sus plegarias anotadas en un pequeño papelito, guardado en el bolsillo de camisa.
El papelito tenía escrito un nombre, una localidad y una provincia: Gertrudis, Cusi Cusi y Jujuy.
No perdió tiempo, llenó un bolso de ropa, se subió a su auto y emprendió el camino hacia el pequeño pueblito, bien al norte del país. No sabía ni como llegar ni como sería, solo tenía una certeza: allí vivía Gertrudis, la mujer de sus sueños, la que colmaría su corazón.
En el trayecto averiguó como llegar. Ya en tierra jujeña, la gente le hizo saber que Cusi Cusi era un pequeño pueblito de poco más de mil habitantes, ubicado muy cerca de Bolivia. Pero lo que más esperanza le dio, fue saber que Cusi Cusi en lengua quechua significa “lugar alegre y de buena suerte”.
Recorrió los últimos kilómetros con el corazón a punto de estallar de la emoción. Al llegar, el pueblo se le antojó demasiado pequeño, pero por un lado lo veía como una ventaja. Sería fácil dar con Gertrudis.
Estacionó el coche delante de una pequeña plaza y vio algunas casas, un lugar que indicaba ser el salón de la comisión municipal y un centro sanitario. Una pequeña capilla se erigía a una calle y ya antes había pasado por el frente de dos colegios. Pequeño, pero acogedor, pensó.
Se acercó a un par de lugareños y preguntó por Gestrudis, si alguien podía ser tan amable de indicarle dónde vivía. Los pueblerinos le hicieron gestos de desconocimiento. ¿Ella es familiar? ¿No le dijeron dónde encontrarla? ¿La llaman de alguna forma en especial? Nada, en lugar de respuestas, obtuvo preguntas.
Agradeció y en el salón de la comisión municipal pidió si le podían faciliar algún registro telefónico o mejor aún, un listado de los vecinos del pueblo. Le dijeron que apenas si había un teléfono semi público pero que se usaba más que nada para hablar afuera, ya que salvo algunos turistas e ingenieros agrónomos que trabajaban en la zona, en el pueblo se estilaba ir hasta la casa de alguien si se quería encontrarlo.
Preguntó entonces allí por Gertrudis. Pero nadie conocía a una tal Gertrudis. ¿Seguro que vive en Cusi Cusi? Si, seguro. Había revisado sus anotaciones durante tres días. Estaba más que seguro. Se estaba impacientando, no podía ser que nadie conociera a Gertrudis. Si hasta él sin saber como era, podía llegar a describirla.
De mal modo volvió a agradecer y salió fastidiado a la calle. Buscó un bar o algo para tomarse una cerveza, pero era temprano y no había nada abierto. Buscó el auto para irse. Unos chiquitos jugaban alrededor del mismo. Ya había subido cuando uno de ellos le golpeó tímidamente la ventanilla. Maldición, se dijo, seguro que quiere monedas.
Bajó la ventanilla, mientras buscaba en sus pantalones. Pero el niño no le pidió monedas. En cambio, le hizo una pregunta: ¿Usted señor es el que está buscando a una Gertrudis?
Los ojos de Ismael se iluminaron. A las apuradas se bajó del coche. ¿Dónde la puedo encontrar? ¿Dónde? le preguntó tomándolo de los hombros. Y el chico le dijo.
Pasó esa tarde por el lugar, antes de emprender el viaje de vuelta. Llevó flores. Unas rosas amarillas, hermosas, que vendían en un puesto sobre la ruta. Se acercó a una vieja lápida y allí vió grabado el nombre. El chico tenía razón. Allí en el cementerio de Cusi Cusi, había una Gertrudis, fallecida una década atrás. Se arrodilló y dejó la ofrenda. No pronunció palabra alguna.
Volvió en silencio, preguntándose si habría sido ella su verdadero amor. No quería pensar en que había perdido la oportunidad de su vida. No quiso pensar en nada. Tan solo, al parar en una estación de servicio a cargarle combustible al vehículo, se tomó un minuto para anotar el nombre que faltaba en su libreta.
Carlitos
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Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 3 semanas
21 comentarios:
HORRIBLE.!!!!
Pobre Ismael, después de renegar tanto...
Es rarísimo este relato... te deja como sensación extraña...
BESOS que llegaron tarde...
Che, no todas las Silvinas son histéricas...(me di cuenta después de que comenté....feo Neto...feo) te hubieras ahorrado mi nombre, y eso que yo te vivo tirando flores...., la venganza será terrible.
Son las tres de la mañana, no ando con todos los cables conectados.
Pero no estoy enojada con ud, solo le aclaraba...
Jamás me enojaría con ud.
Jaja, en realidad buscaba nombres que comenzaran igual, cuando se me ocurrió pensé que algo diría, ya me extrañaba!
Ahora, qué hace a las tres de la matina dando vueltas. Al menos me dijera que está haciendo café!
Mire,si me esmerara un poquito, le podria inventar una historia hot-hot...
Pero la verdad es que tengo a Paula con otitis...y fiebre...y tos...y mientras ella me hace renegar, yo tecleo.
Igual, el sueño jamás fue una necesidad en mi vida...
Vaya entonces mi deseo de pronta recuperación para Paulita, cuídela, mímela y no reniegue. Que no hay nada peor que estar enfermo siendo chiquito.
Ufff... me quedó el cuore estrujado!
MARAVILLOSO relato. No puedo agregar mucho, tengo la libreta de anotaciones a mi lado, pero ya he resignado salir de viaje.
Besos
Genial leerte
Magah
Muy interesante y muy buena la narración. También es muy creativo.
Estoy desempolvando mi libreta...
Un abrazo, Neto.
A mi jamás se me ocurriría anotar nada que tuviese que ver con mis enamoramientos (a estas alturas de mi vida desde luego) me parece mucho más emocionante el dejarse ir y que sea el corazón quien decida que va a pasar en los próximas horas.
PAZ
Hermanito del alma, a lo mejor, aunque esté lejos me escucha :
JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA
madre mía,lo que no le pasa a este ismael no le pasa nadie! jejeje
abrazos!
Será posible que no pegue una este Ismales... ¿a quién me hace acordar?
Brillante, Neto, de los que te dejan rumiando...
Abrazos
Doña Magah, perdone lo que Ismael le hizo a su quore, no era su intención. ¿No viaja porque ya tachó todos los nombres posibles o no tiene ganas? Jaja, broma, broma.
Alejandro, desempolve tranquilo, al menos debe ser una buena forma de sacarse el stress.
Luis, coincido con ud. El loco acá era Ismael, a mi no me mire mal.
Hermana Sil: ¿Qué bicho le picó? O mejor dicho, qué chiste le contaron. Comparta, no sea mala.
Don Diego, este Ismael es el dueño de toda la mala suerte del mundo. Aunque algunos dicen que también se la busca.
Don Oso, o se lo achaca a la mala suerte o al destino. En el caso de Ismael justo se fue a encontrar con las portadoras equivocadas de los nombres. Qué le hacía dar con una Etelvina buena!
muy bueno jaja!
la vida del amigo ismael se está tornando muy pública jaja veremos que le pasa en los próximos días..
abrazos!
Don Neto:
No lo deja en paz, ni a sol, ni a sombra... Que le hizo a Ud. el pobre Ismael para que lo trate tan mal???
Por lo pronto ya me enteré que los Ismaeles no tienen mucha suerte, ahora me dio curiosidad con taantos nombres...!
Muy Bueno
Besotes
Diego me lo dijo, no lo escuché.
Don Oso me lo dijo, no lo escuché.
Melina me lo dijo, no la escuché.
Doña Annie dijo algo también y ahí caí.
Pueden creerme si les digo que no me había dado cuenta que los personajes que sufren en mis dos últimos relatos en Villeraturas se llaman Ismael??? Mi subconcientes me querrá decir algo... tengo miedo.
Don Neto:
Ud. cree en las vidas pasadas?
(Por ejemplo en el jardín de infantes...)
A lo mejor lo traicionó algun Ismael y ahora se está vengando literariamente... Ja, Ja, Ja!
Besos
Perdoname pero el tipo es un estupido!
Con respecto al relatoo es maravilloso, me gusto como Ismael en su locura fue haciendo de su vida una libreta, como realizo es viaje, y como encontro lo que buscaba: a nadie.
Creo quee so era lo que el queria en realidad, mas alla de todo, creo que tiene miedo, y es por eso que creo esa libretita, que solo lo hizo miserable.
Mas que una historia de amor, es una historia de un pobre hombre que no supo ni quizo vivir el amor.
Doña Annie, estoy repasando y no conozco a ningún Ismael, salvo al "Mencho" Ramón Ismael Medina Bello, eterno delantero si los hubo (si no sabe quién es, pregúntele a su amiga Sil, que de fobal entiende un cacho)
Carla, me encantó tu comentario. Es en parte locura lo que veo en Ismael. Y lo que te deja el relato, es muy preciso. Saludos!
Don Neto:
Por ahí entonces no es...
Ahora, una pregunta, intentó dar vuelta la palabra???
Pruebe y despues me cuenta.
Está mandando mensajes subliminales en los cuentos.
Don Neto Ud. es completito...
A ver doña Annie, que estas cosas intrigantes me gustan, ayúdeme:
Ismael, puede ser:
El Mal(s)
Leamsi (¿lean a Sil? ojo que no me paga por propagandas mi hermana blogger)
O qué leyó ud???
Mire que esto me intriga, soy el fan n° 1 de Los Expedientes Secretos X!!!!
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