martes, 19 de mayo de 2009

Un peso menos

Jaime compró una balanza. Nada oneroso, una simple balanza de piso, de tamaño reducido, fácil de guardar y también de transportar. Eso si, no tenía agujas, era moderna, con una pequeña pantallita de cuarzo.
No era un obsesionado por el peso, tan solo fue un impulso. La ubicó en un rincón de su cuarto, en su pequeña casa.
Vivía solo, casi no recibía visitas y la tristeza de sus días tendrían, pensó sin coherencia alguna, un matiz diferente sabiendo su peso. No fue un pensamiento que pasaría a la inmortalidad ni mucho menos, pero vino de regalo con el impulso y lo aceptó como tal.
La primera vez que la usó, la pantalla le indicó sin tapujos: 25 años.
Epa, dijo Jaime en voz alta. ¿Puede saber mi edad?
Se bajó dando un paso atrás y volvió a subirse, casi dudando.
La pantallita devolvió: Te gusta Anabella.
Jaimé pegó un brinco y casi cae al suelo del susto. Efectivamente, le gustaba Anabella. ¿Pero cómo podía la balanza saber acaso la existencia de Anabella? Por otra parte, que le gustara Anabella era algo muy personal, jamás lo había comentado ni expresado y menos, mucho menos, se lo había hecho saber a Anabella, la hermosa peliroja que atendía el kiosco de la esquina del supermercado donde trabajaba.
Se sentó en la cama y desde una distancia prudente observó a su balanza durante más de una hora. Se le iba a hacer tarde para el trabajo, lo sabía, pero estaba preocupado e intrigado. Se decidió. Se puso de pie, con valentía. Avanzó sin miedo. Se detuvo a centímetros de la balanza. Respiró hondo y subió.
La pantallita: Tienes cáncer.
Jaime tragó saliva. Sintió un nudo en la garganta.
Eso no lo sabía. Ni siquiera lo dudó.
Esa mañana no fue a trabajar. Embaló en su caja la balanza y la arrojó a la basura. Tampoco fue a trabajar al día siguiente. En su lugar fue al kiosco de la esquina del supermercado donde solía ir a trabajar, a pedirle matrimonio a la mujer que amaba. Total, no tenía nada que perder.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

cuestión de peso, cuestión de miedo, cuestión de honor; que se yo Neto, con una balanza que te saca un peso de encima o te carga medio mundo a tus espaladas yo no se que decir....
igualmente creo comparto la actitud del amigo jaime,salvando las diferencias obviamente, pero; que nos queda por perder?
adelante camaradas!
un abrazo!

Annie dijo...

Un aparatejo que transmute inseguridades por certezas...

Uf, imaginación frondosa la tuya!!!

P.D.: Me gusta la claridad con la que relatás el cuento.
Es todo tan claro que hasta me lo puedo imaginar como si fuera una película... Jé!

Besotes...

Gonzalo Vázquez Gabor dijo...

Tan fuerte que ya salgo para un super, quien te diga ...

Alejandro Ramírez Giraldo dijo...

¡Great! Así como me gustan (las historias, no las balanzas).

Un abrazo.

SIL dijo...

Impresionante...
Tu mente es una gigantesca Caja de Pandora...
Horrible, si pensamos en la desesperación del protagonista.
Pero, para tus lectores, impecable.
Felicitaciones, Sr. Misterio.

BESOS PESADOS...

Taller Literario Kapasulino dijo...

Que triste... bueno, una parte... La balanza es mejor tirarla... lo bueno es que pudo decidirse a hacer lo que queria, lo malo es que haya esperado tanto, o sea, esperar a saber algo malo para actuar, para vivir...
Muy bueno Neto!

el oso dijo...

¡¡Buenísimo, Neto!!
Ahora... hay gente que se desespera para saber qué le dice el horóscopo, cómo va a ser su vida, teje y desteje premoniciones... pero estoy seguro que el día que una balanza les diga "tenés xx años", van y la venden, tal es la locura que nos acosa.
Vamos Jaime todavía...

HUMO dijo...

Neto, fantástico cuento!
No sabes lo que disfruto cuando te leo , por lo general llevo una sonrisa en la boca.
A veces el saber el futuro por asi decirlo te ayuda a no desperdiciar la vida, yo en mi caso sin embargo prefiero que la misma me sorprenda.

=) HUMO

Anónimo dijo...

Increíble. Realmente eres un verdadero portento en esto de crear textos con imaginación
Me lo pasé muy bien leyendo el texto una y mil veces.
Portentoso.
PAZ

Netomancia dijo...

Don Diego: "una balanza que te saca un peso de encima o te carga medio mundo a tu espalda..." me gustó más tu frase que mi relato completo!!!

Doña Annie: Demasiado frondosa no? Vamos tener que empezar a podar antes de irnos por las ramas.

Gonzalo: Ya que vas, tráeme un poco de azucar que ya no tengo!!

Alejandro: Y no, para balanzas así, me quedo con la duda!

Doña Hermana Sil: Si, el problema es cuando la abro, sale cada barbaridad!

Carla: Gracias! Si, es así, por un lado hace algo bueno, pero debido a algo malo. En síntesis, nunca la felicidad es plena.

Don Oso: El tema es quien la compra!!!! Pero este Jaime seguro no era argentino, sino ya lo teníamos con un puestito en alguna ciudad con peatonal adivinando el futuro.

Doña Humo: Bueno, es grandioso saber que disfrutás con la lectura de estos relatos. Ojo con lo de la sonrisa, más de una vez hay sangre por todas partes!!!

Don Luís: Gracias por sus palabras! Espero que siga viniendo.

Maria Susana dijo...

Me encanta este relato...menos mal que le tengo fobia a las balanzas(je)
nunca me dan el peso deseado.
Un abrazo.

Silvana Muzzopappa dijo...

¡Qué idea genial!
Una vez más, un cuento con las palabras justas.

Un beso,
Shirubana.