jueves, 3 de diciembre de 2009

De ilusiones pequeñas

Hizo rebotar la pelota de goma por última vez en el tapial del vecino y se metió en su casa. Pensaba en esas trenzas que lo distraían de día y le quitaban el sueño de noche.
Se sentó delante de la televisión sin ver y buscó en una revista vieja la compañía que no precisaba. Cenó cuando lo llamaron a pesar de no tener apetito y se acostó cuando sabía que era en vano porque no tenía sueño.
Aguardó que el sol se filtrara por su ventana y el despertador desde la habitación de su madre rompiera en un grito. Se levantó presuroso y feliz. Se lavó la cara, desayunó, besó a su madre y corrió a la escuela.
Ese amor de tercer grado lo tenía a maltraer. Cortó un jazmín en el camino y la esperó en la puerta. La vio venir. Sabía que estaba ruborizado antes que ella llegara a su lado.
Las trenzas color del trigo se balancearon delante de sus ojos, tan suaves y angelicales como las veía cada vez que, paradójicamente, los cerraba. Adelantó su mano, la que sostenía el jazmín.
Ella siguió caminando, sin siquiera dirigirle la mirada. ¿Acaso había visto su gesto? ¿Acaso no sospechaba de su amor? Suspiró con el corazón roto. Detrás venía su maestra, así que le regaló la flor.
Esperó el timbre tan triste como cada día y se metió en el aula abatido y sin flor. ¡Era largo el trecho hasta el próximo amanecer!... cuando el sol le indicara que una nueva posibilidad de hablarle acababa de nacer.

7 comentarios:

SIL dijo...

Vaya argumento !
con aroma de flores,
con sabor a frustraciones,
con color de esperanzas,
con amar en silencio
alcanza ... ?

Un beso, Hermanito.

Con tinta violeta dijo...

Aaaaaahhhhhh Neto, que dulce, tierno, real. ¡Por favor! que recuerdos de críos, que me ha llevado en un instante a esa época en la que tenía ocho años y llevaba unas trenzas rubias con lazos para ir al cole...
Siempre es hermoso recordar esa época agridulce, los primeroa amores, el vacío en el estómago, los nervios, las miradas y ponerse colorada como un tomate...
Besos.
Paloma.

Anónimo dijo...

que violentamente tierno se me hace este relato, a esas edades uno cree q el próximo amanecer nunca llegará para poder cortar flores y regalárselas a sus amadas inalcanzables!
que buen relato, está cargado de imagenes muy sensibles.
te felicito!

gustavo dijo...

Muy tierna evocación de esos amores infantiles. Me gustó mucho. Abrazo

el oso dijo...

Los amores infantiles se diferencian de los adultos en que esa enfermedad que llamamos sensatez casi siempre es incurable.
Me conmoviste, Neto.
Abrazo

Netomancia dijo...

Doña Sil, alcanza para este cuento al menos ja. Gracias por estar!

Doña Tinta, es un relato tierno, pero no trae ningún recuerdo en especial en realdad, un poco más de ficción pero sin sangre ni terror. Saludos!

Dieguito, no te me pongas sensibles che, que si no vas a tener que darle explicaciones a Meli por quién se te piantaba un lagrimón jaja. Un abrazo!

Gustavo, muchas gracias, y me alegro que te haya gustado. Saludos.

Don Oso, como dice él nombre de la película: Sensatez y sentimientos. Y deje de lagrimear che jaja. Un abrazo!

Jose Thomas dijo...

Muy interesante blog, mis felicitaciones!

joth