jueves, 16 de abril de 2009

Infierno sobre rieles

El chirrido infame de la locomotora llegando al andén. Sonido inescrupuloso que lacera el oído, penetrando hasta en la última neurona, convirtiendo la paz en caos, el descanso en infierno y los días en noches.
Me torturaba de manera tal que me hundía en la desesperación y los nervios se apoderaban de mi. Me tapaba las orejas con fuerza, hasta poner moradas las manos; me escondía debajo de los muebles, de la cama e incluso, una vez, de la alfombra.
Su infernal llegada calaba hondo en mi ser, me despertaba cada mañana sobresaltado, como en una pesadilla. Parecía venir a buscarme. Ese sonido podía hablar en mi locura.
Y su voz aguda, mezcla de hielo y navaja, que estremecía mi corazón, instaba a mi mente a desear acabar con el tormento de las maneras más horrendas. Más de una vez me he encontrado a punto de rebanarme las venas tras la vuelta del silencio.
Podía mudarme, escapar lejos, olvidar este lugar, sus recuerdos, dejar atrás el pasado y convencerme que todo porvenir sería mejor. Pero dudo que lo haga. Cada vez que la paz retorna y el terror se aleja, queda el resabio de lo ya hecho, el sabor amargo que nos recuerda lo que nunca más debemos hacer. Y entonces, como cada día, me vuelvo a acostar, abrazado al portaretrato en el que estamos los dos, en tiempos de amor y caricias, antes, mucho antes de haberte empujado.

6 comentarios:

SIL dijo...

...¨ abrazado al portaretrato en el que estamos los dos, en tiempos de amor y caricias, antes, mucho antes de haberte empujado...¨

Sos un atorrante brillante, increíble, me sacaste el sueño, me atraganté con el té, lo dejé, me olvidé de tomarlo, se me enfrió...

BESOS EMPUJADOS

Netomancia dijo...

Gracias, lamento lo del té. Menos mal que no era helado, eso si hubiese sido un desperdicio.

el oso dijo...

Perdón, excelso Netoide... vuelvo a proponer que el asado se haga en mi casa y no en la suya, en las cercanías de ciertas vías. No vaya a pensar que es por alguna reciente lectura.

Confesión: cuando arrancó pensé que la cabeza la metía él.

Ah: hay quien opina que ud reserva los peores chistes para contárselos a él. Digo, por si alguna vez no tiene a quien empujar...

Sandra Pasquini dijo...

Las quizá mil y un maneras de jamás olvidar un amor,arrastradas a través de la "culpa".
A mi me pasa lo mismo, con los mosquitos zumbando cerca de la oreja, cuando intento dormir... ja ja pienso entonces, que tal vez podría envenar al amor y luego recordar...
Un texto para quedar pensando en los trasfondos que quizá subyacen o que tan solo tal vez por manía propia siempre creo ver en los escritos ajenos.
Un abrazo

Netomancia dijo...

Gracias Sandra, las culpas se arrastran, sin dudas. Pero no hay tren ni tiempo que las lleve lo suficientemente lejos.
Don Oso, no se preocupe, será en su casa. Pero en algún momento, se pone música y se hace el trencito, canté!
Y bueno, eso intento, que el final no sea previsible. No siempre se logra, a veces incluso la historia se escribe sola y se encapricha con terminar como ella quiere.
Sobre los chistes (para ud también va doña Sil, la vi preguntando de mis chistes en alguna parte) don Oso, le aclaro que son los mejores que usted puede encontrar en el mercado, lo que gusta la dama y el caballero actual, únicos e irrepetibles (porque me los olvido). Así que por infamia, veremos si lo empujamos.

Taller Literario Kapasulino dijo...

uuuuuuuuuu mortal!
Ese final me mato!
Espectacular!!!!!!!!!!!!!!!!!!
me quede en stop, muda, quieta, y con un uuuuuuuu saliendo de mi boca.