viernes, 11 de abril de 2008

¿Dónde se fue la música?

Jazz por todas partes. Humo por doquier. Música y tabaco, y él en busca de una mujer.
¡Pero si la había visto cerca de la barra! Pero ya no estaba, tan solo el barman.
Una banqueta estaba libre. Pidió un martini. La volvió a buscar entre la gente. Rostros felices, en movimiento. Ninguna señal de ella.
Se dio por vencido. Apuró el trago y salió a la calle.
Los furiosos instrumentos quedaron atrás, pero el aturdimiento seguía en su cabeza. Caminó por el callejón sin pensar en nada. Tanteó el bolsillo del pantalón buscando las llaves del coche. No estaban en el derecho. Tampoco en el izquierdo. Palpó preocupado el de la camisa. Las había perdido. Puteó en voz alta. Y la vió. Del otro lado de la calle, subiendo a un taxi.
Corrió, pero el auto había partido. Atinó a levantar un brazo, pero lo bajó de inmediato. Ya era tarde. Volvió a buscar las llaves. Seguían sin aparecer. Caminó hasta el bar, pero no entró, se quedó en la puerta. Estaba seguro que no las había perdido dentro. Volvió al coche, por el callejón. Y volvió a verla. Del otro lado de la calle, subiendo a un taxi.
Volvió a correr hacia ella, pero el auto había partido. Ni siquiera pensó en levantar el brazo. Se quedó petrificado, preguntándose en qué momento había vuelto. El taxi le parecía el mismo, aunque nó podía afirmarlo. Un coche pasó a su lado y comprendió que estaba en medio de la calle. Subió a la vereda y volvió al bar.
Se detuvo en la puerta, el cartel de cerrado pendía en la entrada. Solo silencio provenía desde el interior. ¿Pero...? Si hacía tan solo unos minutos el jazz sacudía los tímpanos... era mucho para una sola noche.
Volvió por el callejón, se iría a pié, tomaría un colectivo, no sabía, tan solo quería ir a su departamento y... y entonces volvió a verla. Del otro lado de la calle, subiendo a un taxi.

La imagen lo petrificó, le erizó la piel. Corrió. Se perdió en la noche.

Nunca supo que el callejón reía a sus espaldas.

4 comentarios:

el oso dijo...

Excelente y sorprendente a la vez.

Moraleja de altas horas: no conviene meterse en callejones en busca de una mujer que es capaz de subirse en varios taxis a la vez

Anónimo dijo...

la múscia nos embriaga en varias ocasiones, el jazz nos sacude la malaria, no tira de los zapatos, nos empuja a los callejones más enigmáticos de la ciudad.
mientras tanto Ellas se ríen de nosotros, ya sena musas o princesas escapando de dragones, siempre encuentran el taxi en el momento mas inoportuno para el caballero de noble armadura que navega entre los giros del destino; me sumo a la moraleja del Oso...
excelencia y gloria hay en tus letras!
salute

Charlotte dijo...

Realmente me sorprendió este blog...muy muy interesante entrare lo más seguido qeu pueda!


adios

Netomancia dijo...

Es que somos un grupo de delirantes sin fines de lucro. Y tampoco de locro, puaj. Si estuviéramos físicamente todos en un mismo lugar, apuntaríamos al mate. Más ahora que don Diego nos ha regalado un instructivo tan sabia y productivo.
Gracias por venir doña Noe, la invitamos a quedarse.