Mi ciudad no es una ciudad cualquiera, habitan en ella personajes de toda laya y algunos mitos que deberé repintar y simular debidamente para engañar, dentro de lo posible, a los malos hados e infaustas maldiciones que caen sobre quienes develan algunos de sus secretos mejores guardados.
Sin más pasaré a enumerar los que me anime...
Casas embrujadas
Hay varias casas embrujadas en Villa donde ocurrieron, años ha, los más variados horrores: asesinatos que no aparecen en las crónicas, ladrillos que flotan en el aire, ruidos de cadenas por las noches, aparecidos a transeúntes incautos... Eran famosas una esquina frente a la fábrica Cilsa, una en calle Dorrego, cerca de la Escuela Belgrano y varias más. Pero no hay fantasma de Canterville que resista al progreso y hoy han sido demolidas o simplemente remodeladas con el mayor desenfado. Hasta que se cansen las monstruosidades ocultas.
La llorona
Basta acercarse a la barranca en barrio Stella Maris y preguntarle a quien se desee acerca de la llorona. Las descripciones de sus atuendos y su espeluznante comportamiento que tan minuciosamente harán sus habitantes generarán escalofríos a quien los escuche. Escalofríos que se repetirán invariablemente cada vez que el gaterío del vecino ande en amores...
Mujeres dañinas
Ya sabemos, por Dolina, que muchas mujeres acarrean desgracias a los desprevenidos. Villa no es la excepción. Quien más quien menos conoce alguna y colijo que algún que otro lector vernáculo ya estará enumerando para sí lo acumulado en su haber de experiencias recogidas, si cabe la expresión. Tengo para mí que hay comportamientos de hombres que desencadenan este nivel de perversión de las brujas villenses.
- Envías una carta a una mujer, otra la intercepta y te dice que puede escribir igual y que debes cuidarte. Te hace saber que tiene el poder de hacerte sufrir. Te retiras perplejo.
- El otro día me saludó ¡y me guiñó el ojo! una perversa mujer. Debo estar equivocándome en algo...
- Las mujeres más bellas siempre eligen a otro. Esto, que sucede en Villa, ha cundido como pandemia en todo el orbe.
- A un villense le gusta lo que hace en su trabajo. Una mujer perversa asegura que se está cagando la vida y lo divulga, de manera que tal vez por medio del chisme se transforme en lo cierto.
- Hay una morocha contundente en calle Salta que siempre elige hombres que la harán sufrir. Seguramente lo hace para que otros padezcan indeciblemente.
- Las peores son las que eligen tareas que aborrecen, con el único fin de amargarle la existencia a quienes se relacionan con ellas.
- Nadie sabe dónde habitan algunas señoritas guerreras que seducen a los giles sólo para ser recordadas por siempre.
Hombres dañinos
Sí, sí, no sólo las damas son capaces de atrocidades tales. Véase si no...
- Hay hombres brutales en Villa. De jóvenes son revolucionarios, contestatarios e iconoclastas. Algún trato con Mandinga, qué otra cosa, los convierte en funcionarios públicos que acceden a variados puestos según quien ostente el poder. Hay quienes intentan producir una vacuna para evitar la difusión de este mal. Llegan tarde.
- Se aparece un rojo demonio a tres jóvenes. Dice: hay que hacer como Fujimori y se va. Se acerca otra vez: ¡ja! ¿para qué sirve la democracia? y se va. Vuelve insinuando: uno de estedes es comunista y se va. Sabe, complacido, que uno de ellos protestará y que cualquier discusión siempre lo favorece a él.
- Se dice que en algún barrio habita un íncubo que se enamora de las prostitutas, con lo cual ha perdido su condición, por lo que no tuvo otra que dedicarse a trabajar como cualquier hijo de vecino.
- Existe un extraño ser que pronuncia mal adrede las palabras de modo que sus oyentes se perturban de tal manera que pierden la capacidad de pensar, hasta algunos lo aplauden.
Este insoportable catálogo recién comienza. Los villenses, lejos de ser demasiado especiales, nos encariñamos con los mitos sólo para no sentirnos tan desamparados en un universo hostil y demasiado vacío...
Carlitos
-
Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 3 semanas
7 comentarios:
Espectacular este catálogo don Oso, mire que tiene cosas raras para citar de esta ciudad. Seguramente nos develará en el futuro el misterio de las veredas rotas, el achicamiento paulatino del puerto cabotaje, la ausencia de barriletes y el olvido en el que han caído los potreros.
La idea de este catálogo me parece sensacional!
Sepa ud. querido Neto que un catálogo tal carece de propietario, por lo que, cuando tenga ganas, sugiérole arremeta con atrocidades al tono.
De todos modos se trata de una tarea más ardua que colar el océano, le advierto...
Estimadísimo don Oso:
En mi pequeña ciudad
también acechan los mitos,
y respetarlos, un rito,
que nadie puede evitar.
Todo lo que nombraste,
me resulta familiar.
(Bueno, después de todo no vivimos tan lejos...)
SALUDOS, OSO MÍTICO.
Tienes tu premio, bien merecido!
ven a buscarlo!
felicitaciones!
=) HUMO
Fabuloso Oso!!, jaja valga la cuasi reiteración en la que he caído.
Veo que invitaste a Netomancia a sumarse al catálogo , así que si a mi mente viene alguna otra catalogación al respecto te la estaré haciendo llegar.
Ahora te dejo link a mi blogcito literario nuevo, cuando recuerde como llegar al viejo, te lo paso también, el susodicho es: www.sandrapasquini.blogspot.com (lo tenía pendiente hace mil siglos pero con lo arduo de PM apenas si tengo tiempo de respirar)
Un abrazo
Oso, ni por un momento creas que tu ciudad es exclusiva. Seguramente todas son repeticiones de un mismo modelo diabólico. Donde yo vivo no solo hay incubos sino súcubos y hasta la misma Bestia asoma a veces. Muy bueno tu catalogo ! Gustavo
Por supuesto, Sandra, que vale aumentar el catálogo. Ya hubiesen querido Diderot y sus secuaces contar con tales escribas...
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