domingo, 2 de agosto de 2009

Deux Machina

De pie ante el cielo, estrellado desde hacía horas, contemplaba con anhelo las constelaciones lejanas. Como en un sueño, se trasladaba mentalmente por el espacio y sentía la paz de la nada en el infinito del universo.
Cerraba los ojos y los abría en otra dirección y su miraba entonces la transportaba a otra galaxia lejana, donde podía abrazar una nueva ilusión y sentir el encanto de la imaginación entrelazada a un astro celestial en suave movimiento.
El juego se repetía mientras las horas pasaban. El insomnio no era más que una excusa para llevar su alma al patio sin remordimiento alguno y dejar que el tiempo corriera sin prisa y sin pausa.
Los ojos cerrados,
los ojos abiertos.
Un grupo de estrellas,
una nueva ensoñación.
Los ojos cerrados,
los ojos abiertos,
un grupo...
Se quedó allí parada, con sus pequeños doce años temblando de miedo y espanto, queriendo gritar con todas sus fuerzas que ni siquiera el silencio pudiera sobrevivir.
No podía evitar el pánico que se había apoderado de su ser. Cayó de rodillas, sin apartar la mirada. Los dos enormes ojos grises que se habían abierto en la profundidad del espacio la encandilaban con un brillo tan tenue como aterrador.
El cuerpo se le paralizó, sintió el orín corriendo por su pierna. El estómago le dio un vuelco. A los ojos se le sumó una boca, enorme, repleta de colmillos, del color del marfil. De la comisura cayó una gota y se fue convirtiendo en fuego. Vio venir la enorme bola envuelta en llamas como en una pesadilla.
Sintió el calor carcomer todo a su alrededor, los árboles se carbonizaban, los pastos se secaban y los charcos de agua, se evaporaban. Todo a una velocidad que carecía de lógica. Y muy por detrás, en los instantes en que las llamas dejaban libre el paso de la vista, reconocía el placer en los ojos del cielo.
Cuando creyó que la bola la iba a enterrar bajo su peso caliente de piedra sólida, de la profundidad del oscuro universo apareció una mano misteriosa que la tomó de la cintura, la elevó en el aire y regresando de donde vino, la hizo desaparecer.
El impacto destruyó la ciudad y decenas de kilómetros a la redonda. La niña fue la única sobreviviente, pero nadie jamás logrará enterarse.

6 comentarios:

SIL dijo...

Buenoooo, aflojemos con Taken...
(no, era un chistecito)
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El relato es impactante, y ese ¨dios surgido de la extraña máquina¨ definitivamente se enamoró de ella...
Y la quiso tener, a cualquier precio.
El amor, venga de la galaxia que venga, NO ES RACIONAL...
Great, Hermanito !!!!!
Un beso.

el oso dijo...

Como en las viejas obras donde aparecía el deus y salvaba la situación con su intervención, la niña dio un paso a otra realidad con un arrebato divino, con un saque de justicia que merecen los soñadores.
Estupendo, Neto...

Anónimo dijo...

ufff que trama intensa Neto! que buenas imágenes!!!
alguien vió a la niña otra vez? creo que sí y ese alguien nos dió algunos detalles en este escrito... jejeje
saludos!

Ana dijo...

Bueno, menos mal que aparece la mano salvadora y rescata a la ingenua jovencita.
Magnifico relato.
PAZ

Anónimo dijo...

El comentario anterior en realidad es mio pero estaba en la cuenta google de mi mujer. Un error
Perdón

Taller Literario Kapasulino dijo...

Que impresion... pobrecita...